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terça-feira, 29 de janeiro de 2013

Melhor poesia da Comparsa da Canção - 2013 - Pinheiro Machado


A um outro povo de campo

O que será dessa gente
De quem não contam bravatas?

Que em vez de pilcha em setembro 
Usa chinelo e alpargatas?



Gente que vive nos ranchos

Erguidos pelas distâncias

Que não tem gado nem campo

Tampouco casas de estância



Gente que acorda tão cedo

Que o sol ainda não saiu

E que bem sabe os segredos

Das estações de plantio



Será que toda poesia

Pra ser de essência campeira

Tem que ter na montaria

A sua única bandeira?



O que será dessa gente

Que não inspira poetas?

Que será desses ginetes

Que domam terras desertas?



Talvez não sejam do agrado

De tantos nobres cantores

Porque em vez de cavalos

Usam as pás e os tratores



Por isso quero o meu canto

Mesclando gado e semente:

Pois como encontrar o campo

Sem encontrar essa gente?

Martim César

sexta-feira, 25 de janeiro de 2013

Para o meu amigo Enilton Grill e seu inesquecível e inigualável programa Américas.

Texto do filho de Atahualpa Yupanqui, com quem tivemos o imenso orgulho de conviver em seu Cerro Colorado.

Repassado pelo periodista Shubert Flores, a quién conocimos en Córdoba y, después, con el amigo Guillermo Pelegrino en el festival de Treinta y Tres (Uruguay).



Pasaron los años desde que mi Tata aceptó el homenaje de poner su nombre al escenario del Festival de Cosquín. Puso una única condición: la de no usar el escenario para adular a ningún dictador. Eran tiempos duros y lo que pidió tenía que ver con las circunstancias por las que atravesaba el país, no tan lejanas de otras épocas que había conocido y sufrido de más joven.
Pero no sé si solo se refería a los dictadores de uniforme. También podemos sumarle  otras formas que ha sumado la dictadura: la del dinero, la exigencia de éxito.
Contaré que, a pesar de haberse convertido en un artista del mundo jamás permitió que esta circunstancia hiciera mella en su conducta personal y artística.
Crecí escuchando discos de sus compañeros de desvelo: aquellos que en los años 40 trajeron de sus provincias el canto de su pago. A ellos se sumaron algunos porteños también. Así el canto nativo fue creciendo en consideración porque, además, la gran ciudad se había poblado de provincianos.
Estos intérpretes no solo compartían los pequeños escenarios que se les ofrecía en peñas y confiterías; compartían tenidas entre ellos. Eran serios en su labor porque sabían lo que estaban haciendo. Tenían una herencia folklórica que no podían desmentir aunque quisieran, pues les venía en la sangre desde la panza de su madre, de sus abuelas, de su tierra.
El orgullo era representar bien al pago y cuando uno dice pago habla de siglos y de gentes, de territorio, de historia, de leyendas y de costumbres afirmadas en ese transcurrir de los tiempos en un determinado paisaje.
Crecí con ellos. Escuchando zambas, gatos, chacareras, escondidos, cielitos y vidalas. Mis padres no me obligaban a escuchar determinado tipo de música. Pedía permiso y el gramófono era mío junto a los discos de “piedra”.
Claro que todo esto se afirmaba con mis estadías en Cerro Colorado, ensillando mi petizo, acompañando a don Roque a buscar las vacas, compartir un pedazo de pan con picadillo y unos tragos de agua en las serranías, llevarlas al bañadero, traerlas de vuelta, hacer los mandados al almacén y conocer un mundo de criollos, que no se llamaban a sí mismos gauchos, comentando sus “afanes” y alguna que otra anécdota o noticia de importancia para ellos.
Casi no había radios. La televisión no existía. El diario del pueblo era la reunión en el boliche como se le llamaba al almacén. Qué podía sorprenderme de aquellos hombres y sus comentarios? Nada y todo. Pues era estar viviendo historias que otros niños solo llegaban a conocer si se ponían a leer alguna novela.  
Como podía resultarme  ajena la música que escuchaba en casa si toda la música, la buena música se entrelaza profundamente con la sensibilidad de cualquier persona en cualquier lugar del mundo en la medida que conserve autenticidad y amor por lo bello.
Recuerdo algo de León Felipe en relación con la poesía que decía así:
Quítale los caireles de la rima, las palabras también y si algo queda eso es poesía.
 De modo que Bach, Vivaldi, Bizet también tenían que ver con un universo de algarrobos y talas, con caminos de arena y piedra y con esa gente callada, de hablar lento y casi murmurando.
Aquellos cantores, algunos de los cuales fueron homenajeados por mi padre, no esperaban otra cosa más que respeto, reconocimiento de su arte por parte del público. A veces alguna discográfica ponía su interés en ellos y lograban grabar algunas obras.
Porqué cuento todo esto? Porque estos músicos, tenían un profundo respeto por la canción nativa. Esa canción eran ellos: su historia, su paisaje, su dignidad, su pena y su alegría, sus padres y sus abuelos, sus árboles o su desierto. 
Cuidando el buen decir en los textos, cuidando que sus intervenciones de adentro-se va la primera- a la vuelta- fueran en el tono en que se estaba cantando para no romper la armonía establecida por la canción y por la interpretación. Ellos me enseñaron no a ser artista, si a cantar, a entender el nexo profundo entre ritmo y región, entre entonación y letra.
Ellos me hicieron comprender que para cantar un canto nativo hay que saber, no de compases, de tempos, de armonías; hay que saber de paisajes, de acentos comarcanos, de fablas regionales; no ser un experto; sí, por músico, tener la oreja preparada para reconocer el origen de determinada persona o canción. No necesariamente convertirse en un experto o un erudito pero sí en un conocedor, como un baqueano que no es geólogo, ni ingeniero hidráulico, ni ingeniero agrónomo, pero que sin saber el porqué de ciertas cosas, sabe como son y donde el hombre puede hacerse su lugar o al menos un lugar que le sea apto para permanecer un rato o toda la vida.
Aquellos cantores no perseguían ningún objetivo especial: eran. No los empujaba el afán de fama, de dinero o de romper records.
Sabían que la dignidad de su canto los sostenía en la vida y sostenía a los suyos: los que fueron y los que vendrían.
Algo cambió y su resultado es lo que vemos hoy. Exitosos, grandes vendedores de discos, multitudinarios eventos donde reciben aclamaciones  que nunca sabrán hasta donde  ese crédito sea genuino y suyo.
Para obtenerlo cualquier recurso parece legítimo: desde el discurso demagógico hasta la vestimenta más osada o descuidada. Lo que no debe estar ausente es lo estruendoso. Canciones escritas con un nivel apenas primario porque, además, son incapaces de reconocer sus limitaciones a la hora de escribir, melodías amorfas, repetitivas hasta el hartazgo que solo buscan un final “allá arriba” para procurarse la seguridad del aplauso final estrepitoso.
Casi todos vienen con la misma formulita bajo el brazo y la aplican a rajatablas a ver si algún productor o discográfica se interesa en ellos.
El resultado: nuestros pueblos, nuestras regiones se van quedando mudos porque no hay quien cante por ellos, no hay quien diga su vida con belleza, con buen decir o escribir, con una melodía atinada, que se corresponda con el texto y con la intención.
A veces me parece que el público aplaude u ovaciona por aburrimiento. Lo triste es que gran parte se hace con dineros públicos aplicados a objetivos sin ninguna intención de mejorar nuestras limitadas aptitudes culturales o artísticas.
La Nación se empobrece de la peor de las pobrezas: el desconocimiento de si misma.
 Por suerte hay muchos cantores, autores (que no es lo mismo que poeta pero que es un noble oficio cuando se lo ejerce bien), que siguen su camino sabiendo bien cual es la verdad y cuales son las mentiras. Les cuesta mucho la marginación, el “silencio de radio” al que se los somete, y en esto no hay diferencias entre las emisoras oficiales y privadas (son sordas  por igual), van por una pequeña senda de tierra que va al costado de las grandes autopistas de la difusión, no buscan padrinos políticos porque a la corta o la larga estos imponen sus condiciones.
A ellos “chapeau” diría mi madre, me quito el sombrero, diría mi padre. Qué responsabilidad han asumido! Ser depositarios, casi involuntarios, de una estirpe, de una etnia diría un amigo, que anhelo puedan conservar para las generaciones futuras: la estirpe criolla y su canto nativo.  

Roberto "Coya" Chavero

quinta-feira, 24 de janeiro de 2013

Enquanto a cor da pele for mais importante que o brilho dos olhos, haverá guerra. Bob Marley



Película Sobre Bob Marley

ALEJANDRA VOLPI

La película documental sobre Bob Marley incluye escasos minutos de música en vivo y se centra especialmente en la reconstrucción de su historia de vida. El relato está a cargo de amigos, excompañeros de ruta y familiares del artista. Resulta interesante y conmovedora.
Marley no está dirigida solo al público cautivo del músico que popularizó al reggae a nivel internacional. A pesar de su duración (144 minutos), el documental de Kevin MacDonald no abusa del espectador porque evita con gran destreza caer en reiteraciones y obviedades, poniendo foco en la historia de vida de un personaje tan querido como polémico.
La película humaniza a Bob Marley dándole un carácter más universal a su camino y ayuda a comprender mejor el proceso que atravesó en varias áreas: el niño pobre nacido en Saint Ann Parish, una pequeña localidad de la isla de Jamaica, en donde ni siquiera hay luz eléctrica, ve en la música la puerta de escape y logra dejar una huella imperecedera. Esa es solo la base de una trama compleja que incluye la discriminación racial, las particularidades del culto rastafari, la opción de tener relaciones amorosas libres, la lucha por el éxito, el génesis del reggae, el sistema social y político de su país y el cáncer convertido en el enemigo que terminó desplomándolo.
La filosofía del protagonista inunda la pantalla cuando dice que no tiene más ambición que "ver a la humanidad vivir unida, negros, blancos, chinos, todos" y cuando cuestiona a un periodista que le pregunta si es rico, es decir, si ganó millones de dólares. "¿A qué se refiere con rico? ¿La posesión lo hace rico? Yo no tengo ese tipo de riquezas. Mi riqueza es la vida... para siempre".

Una de las claves de la profundidad que alcanza el documental es que por primera vez la familia de Bob Marley permitió el uso del material privado que celosamente guardó durante décadas.
Los primeros minutos están dedicados a mostrar el pueblo donde creció cultivando cocoa, papas y bananas, en un marco inmensamente verde que sirve de cimiento para unas pocas casas de precaria construcción. Allí los pobladores se levantan a las cinco de la mañana para ordeñar las vacas. Y según cuenta uno de los testigos, es donde el pequeño Bob se divertía andando en burro. Desde la cuna fue víctima de discriminación racial por ser mestizo, hijo de una afrojamaiquina y de un blanco de ascendencia inglesa, de quien se muestra una fotografía, la única que él tuvo en sus manos. "Yo no me pongo del lado del hombre blanco ni del hombre negro, me pongo del lado de Dios", expresaba el artista, que hizo su primera guitarra con bambú y latas de sardinas.
La narración es ágil y la cámara ingresa a los lugares correctos. No hay nada de relleno en el trabajo del director, que incluso, entró en Trench Town, el barrio jamaiquino de Kingston a donde Marley se trasladó con su madre en busca de mejores oportunidades con tan sólo doce años.
Fue ahí donde nacieron el reggae y la famosa agrupación The Wailers al corroborar que como solista "no vendía nada" porque estaban de moda las bandas.
Es tan completo el documental que además revela anécdotas muy divertidas. Uno de los integrantes de The Wailers cuenta, por ejemplo, que Marley intentó exorcisar el pánico escénico en él y en sus compañeros llevándolos a tocar al cementerio, porque estaba convencido que después de hacerlo nada podría amilanarnos.
Los vaivenes políticos y sociales de Jamaica son reseñados en el documental en total sintonía con la historia central. La independencia del país fortaleció el empuje para consolidar una música propia dando lugar a ese ritmo que no fue deliberado, conocido como reggae y que surgió primero como ska, al intentar reproducir la música norteamericana que se escuchaba a mediados de los `60.
Marley indaga en la adhesión del artista al movimiento rastafari, su segundo escape hacia la liberación que lo ayudó a sustituir la figura paterna por la de un líder espiritual. Pero el guión no sobrevuela este aspecto, también se mete de lleno en el rastafarismo e informa al espectador sobre su concepción: interpreta a la Biblia de modo distinto y entiende que el propósito de la vida es ser feliz. En ese contexto, la marihuana no es una simple droga, sino un móvil para encontrar "el humor sagrado, pacífico e inspirador".
Uno de los testimonios que más quedan grabados en la mente es el de Rita, quien fue su esposa incondicional, o al menos así se declara frente a las cámaras. El artista que tuvo once hijos con siete mujeres diferentes cuestionaba la fidelidad. "¿Qué es? ¿Un anillo en el dedo o en la nariz? Eso es para los hombres occidentales que sólo pueden ocuparse de una mujer a la vez", decía.
El gran mérito de Kevin MacDonald es que en esos 144 minutos logra conmover sin perder rigurosidad en lo informativo y trazar la recta ascendente con tanto detalle que cuando llega el declive y el deterioro físico de Marley, es imposible no ser empático. En el último tramo la película cobra una mayor dimensión dramática. Esa historia es conocida: durante un partido de fútbol (otra pasión que arrastró desde niño) sufre una herida en el pie que no es debidamente tratada y empeora al punto de convertirse en un melanoma metastásico. Cuando viaja a Alemania en busca del mejor médico ya es demasiado tarde y sólo resta esperar la muerte.
Los productores jamaiquinos Lee "Scratch" Perry y Coxsone Dodd, su hijo Ziggy Marley, Jimmy Cliff, Lee Perry y hasta la ex Miss Universo Cindy Breakspeare (que fue pareja del músico) son algunos de los que enriquecen el filme. Marley viene precedido de buenas críticas y puede ser disfrutable para el gran público.

Incluye material celosamente protegido

Uno de los principales valores del filme es que contiene material que la familia de Bob Marley decidió mostrar por primera vez. Pero también reúne colaboraciones de coleccionistas de todo el mundo.
El proyecto viene gestándose desde principios de este siglo como idea de Martin Scorsese, luego pasó a manos de Jonathan Demme y finalmente lo concretó MacDonald. Originalmente iba a ser protagonizada por uno de sus hijos, pero terminó en formato documental. Llega un año después de Bob Marley, the making of a legend, realizada por Esther Anderson (ex novia del artista), que tuvo un breve paso por Cinemateca.
Para el director "no hay en la música actual una figura con la resonancia de Marley". Y eso lo descubrió mientras filmaba El último rey de Escocia: "Iba a los barrios más humildes y su presencia, sea santificada, hypeada o sinceramente sagrada en lo melómano, era impresionante. Ningún otro músico tiene esa forma de penetrar culturalmente".
Por eso, se propuso "desactivar la devoción para entender a ese hombre y cómo se construye toda una mística a su alrededor". Sin embargo el tiro le salió por la culata, porque terminó "sintiéndolo más héroe, completamente coherente con la vida que vivió y las ideas que profesó" y con el hecho de considerar a la música como una herramienta para su mensaje.
El País Digital

quarta-feira, 23 de janeiro de 2013

Ah! A poesia? Onde está a maldita poesia?



Poema a ser reescrito


Quando me busco por dentro
No poço fundo de mim

Sem rumo e insone me perco
Preso num enredo sem fim

Quem saberá o segredo
Dos medos que eu já não nego?

(Qual luz que habita o silêncio
da imensa noite dos cegos)

Eu queria uma alma serena
(Que só na infância se tem!)

Um papel esperando um poema
Sem saber qual o verso que vem

Eu queria uma vida reescrita...
E outra vez sentir a emoção

Da magia sem par dessa hora
Em que nasce uma nova canção

Mas quando, às vezes, no escuro
Em mil lembranças me acendo

- Madrugado e desperto - descubro...
Jamais há um regresso no tempo!

sexta-feira, 18 de janeiro de 2013

Vocês riem de mim por eu ser diferente... e eu rio de vocês por serem todos iguais. Bob Marley




Pedra da palavra


 

Palavra em pedra

Para ser lapidada

A pedra

Para ser polida

(Ou rolada como a Terra)

A palavra

Para gregos e troianos

Feito flechas

Com poemas mais humanos

Lançados pelos deuses

Por engano.

 

Para escravos e tiranos

Do amor

(O verdadeiro Deus)

Sempre um engano!

Por Zeus!

Há tantos planos...

Mas a pedra do tempo

No vento

É palavra que se gasta

E basta!

Já mudamos.

 

Fronteiras

De Charruas e Minuanos

(Ou será de Apaches e Moicanos?)

Boleadeiras

E pedras nos machados

E por que não escalpos?

Sim!

(Que outra palavra eu diria?)

Não se esqueçam dos escalpos!

Dessa gente

Para que se abram as mentes

E enfim...

A pedra faça entrar a poesia!

                                               Martim César

quinta-feira, 17 de janeiro de 2013

O passado é história, o futuro é mistério, o hoje é uma dádiva, por isso é chamado de presente. Prov. chinês


SONHOS SEM ESTRELAS


Cabo da boa esperança

 

              E foi nessa idade

              Em que atravessei a Cordilheira dos Andes
              (em definitiva o meu Cabo da Boa Esperança!)

                  Que eu, afinal,

descobri o valor curativo

de um verdadeiro

gesto de carinho...

          (um abraço, um beijo, uma palavra de conforto...)

 

Desde então,

Aqueles a quem realmente prezo

- e que realmente me prezam -

Sabem

    que aprendi a ser menos ilha

       e me tornar, com gosto,

           a pequena

                                                   - mas inseparável -

                      parte de um

                           continente!!!

 

 

 

                               Martim César